sábado, 12 de agosto de 2017

Hormas de zapatero, antes y después

Me encantan las cosas antiguas y siempre he querido tener alguna horma.
Un tío mio fué zapatero y de hecho creo que las primera botas que me calcé cuando aprendí a andar, salieron de sus manos.
Suelo mirarlas en internet con ojitos, pero hace unas semanas vi unas en el brocante y no me puede resistir. Solo quería una, pero el vendedor quería venderlas las dos juntas.
Como veis, estaban en un estado penoso. Sucias, deshidratadas, pintarrajeadas, golpeadas, es indudable que se ha trabajado con ellas.

Son pequeñas, de niño.


Las he tenido que limpiar con agua y jabón, lijar, teñir y dar cera en cantidades industriales, pero ha merecido la pena, han quedado divinas, conservando muchos de los golpes y señales de uso, no quería borrar toda su historia.







 Con este proyecto participo en el finde frugal de Marcela